miércoles, 30 de julio de 2014

Gaza, cuánto me dolés

Qué hemos perdido?
para olvidar la voz y el asombro
para referenciarnos
y autoreferenciarnos en el dolor del otro

Estoy cansado de las palabras
que no despiertan a los muertos
de las bofetadas del olvido
de los juicios encriptados del poder
de las voces
y más de los silencios
del que nunca más tendrá una voz

Harto de las redes
que no recogen peces sino cadáveres
para más hambre
y más muertos

La poesía se ha vuelto ofrenda
y corona para el desierto
para los que matan después del poker
y el martini

Porqué siempre los buenos
se ahogan en el silencio de este mar de estiércol

¡Gaza!
Cómo me desespera tu nombre
de insomnio y de hospitales
¡Gaza!
Cuánto me duele
esta impotencia de estar en otro lado
sin un misil gigantezco
para derribar el poder
de tanta muerte absurda
incongruente
que agrieta el futuro y averguenza
¡Gaza!
cuanto me dolés


Gonzalo Vaca Narvaja

miércoles, 21 de mayo de 2014

La Maldonada



del libro “Mujeres tenían que ser”
de Felipe Pigna


Ella,
con la escasez del alimento
que la noche regala.

Ella,
la del grito,
la que imagina el tiempo
y permanece a tu lado
en la caverna del mundo.

Ella,
la humillada
con la ternura del arrollo
y la dignidad en la piedra.

Ella,
La Maldonada
pandora del hambre.
Felina
en lo profundo de la noche.

La siempre mujer
que nos señala,
ha esperado
con la palma abierta de sus manos
a que la noche defina
los surcos de una escritura incierta.

Aquí la vida
la inteligencia,
allí el amor

La espera
de todo lo perdido

la marca de sus manos

el látigo en los ojos
vida

en la mordedura del tiempo.


Gonzalo Vaca Narvaja

La tierra





El agua cae
al costado de la piedra
en el rojo crepúsculo
              de la tarde
             apenas percibida.

Es efímero el día
precaria la brisa.

Para todos hay vida,
menos para el ruin
conquistador de la noche.

El viento sobre el valle
regresa la voz
secreta de los hombres.

Un pájaro en picada
exhala el tiempo por venir.

Conservo la tierra en la memoria
de la infancia,
el oleaje de los cerros
la seca espuma
del trigo naufragado.

Conservo la tierra.
El aroma del suelo mojado,
el polvo sujeto
en la esfera del mundo
con el perfume interior
de la corteza.


Conservo la tierra,
la memoria de mi padre
y de mi hermano
donde el tiempo
me convoca y me destierra.


Nada de lo que es ha sido cierto
y el hombre contra el hombre
el alimento contra el hambre
el cobijo contra la intemperie.
Hay guerra en el silencio.

Conservo la tierra
el fino polvo

en que se convertirá el mundo.


Gonzalo Vaca Narvaja

martes, 20 de mayo de 2014

Colaboradores




¿puedo juzgar la palabra
de aquel que sobrevive
en el silencio de la muerte?

convivo con la duda
también con el contraste
el río en sus orillas
y el agua que es la misma.

¿puedo juzgar a aquel que sobrevive?

no hay un infierno bajo esta casa
ni un cielo en su extensión luminosa
está por arriba de mi cuarto.

¿Puedo juzgar la palabra
de aquel que sobrevive?


Gonzalo Vaca Narvaja




Pon tu oido cerca mio

Pon tu oído cerca mío



Pon tu oído cerca mío
que mi voz te llegue susurrante
como el silbido del viento en las hendijas
y el aire se corte en mil pedazos.

Allí escucharás las noticias
de Diego, de Luis y del Indio
los saltos del Batata
las cervezas de Mario
las ironías del poeta
la risa de Marcela.

Pon tu oído cerca mío
que te diré el pronóstico
del tiempo
la premura de los brotes
el olfato de los peces
en el vientre del agua.

Llevo en mi mano un papel
escrito hace tiempo.
Es un bollo despierto
donde se esconde el silencio.

Pon tu oído cerca mío
que desnudaré tu cuerpo
para vestirlo con mi aliento.

Con palabras lavaremos la existencia
y el destino preciso de los cuerpos.

Nos cobijará el amor
y el primer poema de la noche
donde lo posible se diluye

Pon tu oído cerca de mí…
y escucha la tormenta.


Gonzalo Vaca Narvaja