Soy el águila y la furia. Las garras y la pregunta. Soy el testigo de ese condenado martirio del tiempo que asesina las horas mientras trascurren. Soy entre las olas el caracol que dejo su sitio para evaporarse en el aire. La última carta, tu risa y tu puño en alto, la maldición del poderoso y el terror de los imbéciles. Soy el mejor amante de tu esposa mientras roncas y ella sueña.
Gonzalo vaca narvaja
poemas,escritura,literatura, cuentos, novelas, autor, edición, libros, de Gonzalo Vaca Narvaja
lunes, 15 de enero de 2018
domingo, 14 de enero de 2018
A la memoria
A mi sobrino Daniel Hugo
He tenido sueños placenteros
una cortina rota comida por las polillas.
Una mancha oscura y gris en el cielo raso
y un conjunto de ranas lidiando con la noche.
He tenido amores intensos y gratuitos
lanzas de ocre en el corazón solitario
y un muro acreditado para no ahogarme en el beso.
He tenido la sensación extraña de pertenecer
y la convicción de no ser de este mundo.
La alegría extensa de un árbol en el viento
y aun así esta pena que se suma, me agrieta el alma
me sacude los huesos y me ceniza los ojos.
Ya viví muchas veces esta foto
pero siempre ha sido otro el que se escapa hacia la noche
en un cajón de madera triste.
Hoy esa caja embustera y hermética lleva tu nombre querido poeta
músico inquisidor, sobrino sangre de mi sangre
hijo arraigado de mi hermano
joven retama, aquietador de las tormentas
naufrago del mundo
tremendo buscador de la risa.
Yo te nombro y aquí te llevo
en este corazón viejo.
Gonzalo Vaca Narvaja
La arena
I
Veo la arena disipada en los escombros
y el recuerdo del agua
sobre el piso
las prendas despojadas de tu nombre
la desnudez de un día
el comienzo del olvido
II
El poema
Amo el tiempo ajeno al tiempo.
El fruto efímero y fugaz.
Lo breve.
La austeridad del cuarto.
La espera.
La historia propia.
La ajena.
Soy el amante
en su primera cita,
un joven
dejando atrás su tierra,
el cuerpo fetal
y sin palabras,
el dolor secreto
rasgado por el tiempo.
Esa piel ajada
de amor soy.
A lo lejos mis pasos.
En el cuarto,
las sábanas descansan de la batalla.
Gonzalo Vaca Narvaja
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